domingo, 20 de diciembre de 2009

Mañana zarpa un barco



Así lo imagino:

Stella Maris, Estrella del mar, el nombre con el que desde hace siglos la gente de mar se dirige a la Virgen María, en cuya protección siempre ha confiado. Stella Maris fue el nombre que eligió para ella su abuelo genovés, inmigrante que vive con la familia en el barrio de la Boca. Stella Maris, la que acompaña y guía, y la que calma las tempestades. Pero ella es sólo una chica del puerto de Buenos Aires, que pasa sus noches en un bodegón de mala muerte, acompañando a los marineros, acunándolos al son de un asmático bandoneón. También calmando otra clase de tempestades. Pero, cuidado con encariñarse, porque ellos siempre están de regreso, de paso o se están yendo. Sus destinos se cruzan por un par de noches y la marea los vuelve a separar, ellos se van, ellas son las chicas del adiós.
Así le canta esa noche a Stella Maris su último cliente mientras se aleja, quizá para siempre.
¿Ella está llorando? Quizá sólo sea la ilusión del marinero que quiere imaginar sus lágrimas para sentirse menos solo.

Mañana zarpa un barco.
Letra de Homero Manzi, Música de Lucio Demare, 1942

Riberas que no cambian tocamos al anclar.
Cien puertos nos regalan la música del mar.
Muchachas de ojos tristes nos vienen a esperar
y el gusto de las copas parece siempre igual. (up)
Tan sólo- aquí en tu puerto se alegra el corazón,
Riachuelo donde sangra la voz del bandoneón.
Bailemos hasta el eco del último compás;
mañana zarpa un barco, tal vez no vuelva más....

¡Qué bien se baila sobre la tierra firme!
Mañana al alba tendremos que zarpar.
La noche es larga, no quiero que estés triste...
Muchacha, vamos; no sé por qué llorás...
Diré tu nombre cuando me encuentre lejos.
Tendré un recuerdo para contarle al mar.
La noche es larga, no quiero que estés triste...
Muchacha, vamos; no sé por qué llorás...

Dos meses en un barco viajó mi corazón,
dos meses añorando la voz del bandoneón.
El tango es puerto amigo donde ancla la ilusión,
al ritmo de su danza se hamaca la emoción.
De noche, con la luna soñando sobre el mar,
el ritmo de las- olas me miente su compás.
Bailemos este tango, no quiero recordar;
mañana zarpa un barco, tal vez no vuelva más...