Por Sonia Abadi.
Un día alguien se olvidó una puerta abierta y me colé en la Milonga. Miré, escuché, aprendí a bailar, me contaron cosas, adiviné otras. Fue la experiencia y no la mirada fría y objetiva del investigador la que me despertó el deseo de contar. Frases y situaciones que surgieron oyendo confidencias, quejas, ocurrencias, engendraron estos relatos. Pregunté a los tantos extranjeros que venían a Buenos Aires a bailar, por qué se habían apasionado de ese modo con nuestro tango. La respuesta era siempre la misma: “por el abrazo”.
¿Cómo contarles a los que bailaban lo que ya sabían, lo que ellos mismos estaban viviendo? Decidí hacerlos cómplices y que se vieran reflejados. Y se encontraron como en un espejo.
Hijo natural de una pasión con el tango, apadrinado por los milongueros, acunado por las bailarinas, nació este blog. Robándole al baile el tiempo para escribir y al escribir el tiempo para bailar, ya que el tiempo del trabajo era intocable. Con la picardía de la milonga, la pasión del tango y el vértigo del vals, se hizo este abrazo porteño que quise compartir con cada uno.
Hoy el Bazar se ha poblado de nuevos abrazos, y en él se encuentran los locales y los extranjeros, los que bailan o no, los eternos amantes del tango y los que apenas empiezan a descubrirlo.